Nada tan primario como el acto de pintarse para representar un papel. Lo hacemos continuamente, a menudo ni siquiera hace falta el maquillaje, tan sólo las maneras o la actitud. En Teatro el maquillaje nos traslada casi a sus orígenes, a los tiempos del Teatro de máscaras. Las máscaras de las expresiones, tristes o alegres, guardan estrecha relación con el papel que nos toca representar, no siempre es el que deseamos y en ocasiones se desvela tremendamente amargo. Pero vendrán personajes mejores, guiones con sentido, que nos hagan comprender etapas difíciles que ya quedaron atrás. Eso es lo bueno del Teatro, siempre en continuo movimiento, siempre avanzando. Pura vida.
Lugar de la toma: Madrid. Julio de 2009
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Nikon D200. Objetivo 17-50 f/2,8G. Focal 50 mm. Diafragma f/4,5. Obturación 1/125s. ISO 250.