Considero que una de las motivaciones más interesante para tomar una foto callejera es la luz. La buena luz, se entiende. Ese instante que convierte el lugar en algo especial, al margen de la situación y de los personajes que, en realidad, se ven transportados a un escenario irreal, sin su consentimiento y aprobación. No han sido consultados ni se les pidió su parecer. La escena se construye por encima de cualquier otro factor, incluso de los gustos y consideraciones del fotógrafo. Se ha creado la secuencia, los elementos se han reunido, la situación se vive en apenas unos instantes, para bien y para mal.