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En este pequeño recorrido de una ciudad nocturna no podía faltar el interior de un café. Siempre me han atraído estos establecimientos, especialmente aquellos donde puedes sentarte tranquilamente mientras lees algún libro. Las últimas horas del día son la recta final para lugares tan acogedores, en ellos se respira ya otro ambiente donde la luz la siento difusa y, los clientes que allí quedan todavía, se mueven delante de mi vista como envueltos en una nebulosa. Todo parece ya etéreo, algo así como una obra de teatro en los últimos segundos de la representación. Ensoñación. Me doy cuenta de este instante, dejo el libro sobre la mesa, cojo la cámara fotográfica serenamente pero con determinación, enfoco y en un par de obturaciones conservo para siempre unas décimas de segundo únicas e irrepetibles. Dejo la cámara y sonrío mientras vuelvo a la lectura, intento terminar el capítulo antes de que me inviten a salir porque el café está a punto de cerrar.
Es la magia de la fotografía … capta momentos irrepetibles. Esa luz amarilla es una maravilla!
ResponderEliminarAbrazo
Gracias Esme. Un abrazo
EliminarA esas horas es cuando uno está más tranquilo en estos lugares. Sin el trajín del día, ni las voces que interrumpen la lectura. Es cierto que se respira un ambiente diferente y se palpa muy bien en tu foto.
ResponderEliminarAferradetes, Ángel.
Dura poco, pero bien aprovechado... Un abrazo
EliminarEs formidable esa luz "nocturna" tanto dentro como fuera del café.
ResponderEliminarUn lugar perfecto para relajarse (sin gente) y poder leer sin ruidos que interfieran.
Un fuerte abrazo Ángel
Gracias Josep. Un abrazo
EliminarPues casi que me gusta más que la anterior 👏
ResponderEliminarBuen fin de semana, Ángel!
Gracias Jordi.
EliminarYa va siendo hora de cerrar, debe ser la última clienta.
ResponderEliminarFeliz fin de semana.
Feliz fin de semana. Un abrazo
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