Cuenta la leyenda que el dios Sol, 
Inti, y la diosa Luna, 
Quilla, compartían un amor imposible debido a que nunca se podrían encontrar, pero existía una profecía que decía que un día ambos se amarían y de ese encuentro nacería un niño y una niña en el 
Lago Titicaca.
En dicho día la tierra se oscureció y 
Quilla se unió a 
Inti. De esa unión nació un hombre fuerte llamado 
Manco Cápac, junto a una doncella hermosísima, llamada 
Mama Ocllo. 
Su padre, 
Inti, les ordenó: “llevadle, hijos míos, la luz del conocimiento a los hombres. Ilustradlos en la verdadera religión y dadles leyes, dadles orden, pues sin leyes ni orden no hay vida en la tierra”. Dicho esto les entregó una vara de oro, cuya función era señalarles un lugar fértil donde trabajar la tierra; esta vara se enterraría en el lugar donde fundarían su capital.
De este modo 
Manco Cápac y 
Mama Ocllo iniciaron su viaje, el cual duró meses y en cada lugar que el hijo de 
Inti le parecía adecuado, dejaba caer la vara, pero sin obtener un resultado satisfactorio. Continuaron su viaje hacia el norte del lago sagrado, a través del país de los 
urus, el país de los 
collas y el país de los 
aimaras, donde no recibía buena acogida en su pasar, puesto que no veían con buenos ojos a los hijos de 
Inti. Y así llegarón al valle del 
Cuzco, donde 
Manco Cápac dejó caer la vara de oro, enterrándose hasta casi desaparecer, por lo que el primer Inca funda la ciudad del 
Cuzco, 
el ombligo del mundo, en honor a los dioses.
Desde 
Cuzco el imperio Inca llegó a extenderse por buena parte de América del sur.
(Continuará ...)
(Publicidad: acabo de actualizar el blog: 
“durante el tránsito”)
Lugar de la toma: Perú, agosto 2010.
Puedes ver la fotografía a pantalla completa haciendo “clic” sobre ella.