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Somos y nos comportamos como una inmensa red neuronal tanto social como individualmente. Todo está interconectado y la información se desplaza y nos alcanza a la velocidad de la luz. Si estamos enfermos todo se altera, basta con una dolencia sin demasiado sentido para que nos sintamos desplazados o aislados de esa conexión. Cuando la enfermedad no responde a una lógica surgen las dudas, los miedos y la incertidumbre se apodera del centro neuronal, se hace con el control y dicta sus propias normas al margen de reglas aprendidas y valores acuñados durante nuestra propia vida. Llevo un tiempo que me siento así, desplazado, como aislado de la actividad normal de la vida. Mi cerebro intenta procesarlo con toda la lógica de la que soy capaz, pero se escapa a mi comprensión. Y siento como la enfermedad va controlando el día a día. Adaptarme y entender que hay cosas que escapan a mi control es algo que siempre tengo pendiente de asimilar, y la propia actitud ante esas circunstancias, es decir, cómo reaccionar a ciertas circunstancias vitales, la herramienta que posiblemente me ayude a superar el trance.