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Me doy cuenta de mi naturaleza, de la naturaleza de cualquier ser humano cuando soy consciente de mi entorno, en un bosque, durante una caminata por la montaña o en medio de un campo cualquiera. Y me pregunto qué nos impide estar más cerca de la naturaleza, y no me refiero a “desconectar” de vez en cuando, sino a ese olvido general de lo que somos y donde pertenecemos. Por descontado que se trata de una vida demasiado apresurada que obliga a un ritmo frenético y que nos aleja de lo importante. A veces quisiera ser nada, y flotar despreocupado. Sencillo y valiente.