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¡Qué poco me gustan los autobuses urbanos!. Yo soy de metro de toda la vida: me encanta andar hasta la estación, bajar las escaleras y adentrarme en ese mundo subterráneo lleno de incógnitas y posibles aventuras; caminar por los pasillos, hacer transbordos de líneas y como aprendiz de fotógrafo, observar a los viajeros, cada detalle importa, para salir después a la superficie, renacido, expectante ante lo que me deparará la calle ahí afuera. Por eso hago pocas fotografías en los autobuses, no suelo sentirme cómodo, aunque si se cruza un fragmento interesante de vida intento la toma, claro. Algunas veces acierto, otras…