
No es un gran graffiti, lo sé. Tranquilamente podemos afirmar que es una pintada sin más, una manera gamberra de ensuciar una pared. Pero hay algo más. Me llamó la atención porque me pareció el grito desesperado de un cliente insatisfecho, de lo que quiera que sea el negocio que denuncia.
Curiosa manera de exigir la hoja de reclamaciones, me dije.
Inmediatamente me vino a la cabeza una idea totalmente opuesta, ¿y si fuera una oscura estratagema?, alguien de la competencia con pocos escrúpulos, por ejemplo. Qué terrible publicidad para este buen hombre, ¡y en plena crisis!.
De inmediato me lo imaginé preguntándose angustiado la causa del estrepitoso descenso en las ventas. Y lo que es peor, para cuando se percatara de que la nefasta pintada era la causante de la quiebra de su pequeña empresa, ya sería demasiado tarde. ¡Joder!, con mujer y tres hijos (estoy convencido que tiene tres hijo, por lo menos), ya los veía desahuciados por no poder afrontar las deudas, en la calle, ¡¡¡pero si no hay puentes suficientes en Madrid donde cobijarse!!!!, están todos tristemente completos (eso lo he visto en el programa de Cuatro "Callejeros").
Me noté la tensión a 100, pura angustia ¡¡y con lo hipocondriaco que soy!!. Decidí atajar la cuestión con valentía. Plantarme en la puerta de este hombre y ponerle en aviso de la terrible pintada que ponía en entredicho la honestidad de su negocio.
- Para, para, ¿no crees que estás exagerando? ... si tal vez tengas razón, definitivamente estoy exagerando.
Opté entonces por la investigación científica, al más puro estilo CSI. Con la punta de un bolígrafo rasqué la pintura del graffiti, la analicé todo lo minuciosamente que supe, y llegué a la liberadora conclusión de que era pintura bastante antigua. Bueno, me dije, la pintada no es reciente, seguro que el afectado ya la ha visto, si no ha hecho nada por borrarla es que le da igual. Y si a él le da igual, que hago yo metiéndome en este lío.
Me alejé de allí, en mi cabeza todavía revoloteaban mil ideas confusas, aceleré el paso, ya llegaba tarde a trabajar. Me fijé en el bolígrafo que me había servido de instrumental de investigación. La punta había desaparecido, había quedado hecho una piltrafilla el pobre. ¡¡Coño, pues sí que estaba seca la pintura esa!!.
Lugar de la toma: Madrid. Diciembre 2009
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Nikon CoolPix 5900. f/2,9. Obturación 1/100s. ISO 64