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Una ventana al mundo abierta las 24 horas me parece una buena manera de definir la fotografía callejera que publicamos, con cierta compulsión obsesiva, los aficionados a esta peculiar disciplina fotográfica. Cada fotografía que edito y acompaño de unas palabras, es algo parecido a un fragmento de cotidianidad tan eterno como efímero, tan detallado como escueto, tan contradictorio como abierto. También lo es de lo peculiar y asombroso, de aquello que me llama la atención, ya sea un brillo o un contraste acusado, quizás esa escena chocante que no puedo obviar. A mi me sirve como reflexión sobre la sociedad, para recordar y analizar. Y por descontado la agradable sensación de compartir una manera de mirar.