Estoy metido en al vorágine del día a día en el trabajo, donde el personal acostumbra a moverse por impulsos de ansia y donde parece que quien más chilla más razón tiene. Y para distanciarme recurro a los recuerdos de las vacaciones. Supongo que a todos nos pasa, es una manera de auto defensa. Ya nuestros ancestros neandertales lo hacían; sí, sí, eso está documentado, no hay más que ver uno de esos impresionantes graffitis que dejaron en las cuevas, ahí correteando con sus animalitos de aquí para allá. Lo pintaban para luego recordar los momentos felices.
Pues eso es lo que hacemos cuando volvemos a ver las fotos de los viajes, de las vacaciones o de algún momento feliz. Recordar.
La fotografía de hoy evoca las playas del
Algarve en el sur de
Portugal, el verano y el sol. Que por cierto, ¡qué playas tan bien cuidadas!. Ya podían tomar ejemplo nuestros paisanos en Andalucía. Son playas pequeñas, las del Algarve me refiero, limpias, con sus tolditos en hilera, sus tumbonas perfectamente alineadas, duchas, casetas para cambiarse, todo guarda una cierta estética retro. Ahora, allí no hay dios que se bañe. El agua está fría de narices. Tal vez por eso las playas estén tan acondicionadas, la gente disfruta más del sol y menos del agua.
Datos de la toma: Nikon D70s. Objetivo 17-50mm F/2.8G. Distancia focal 17mm. Diafragma f/9. Velocidad de obturación 1/250s. Medición puntual. Sensibilidad ISO 200.