Este espacio funciona en ocasiones como una carta que me escribiera a mí mismo con explicaciones, pareceres y respuestas a dudas que me formulo cada vez que salgo a caminar, a fotografiar o a la frutería de al lado; os aseguro que mientras valoro los mejores tomates se me ocurren mil historias. Considero que mi desconocimiento de demasiadas cosas es homérico, y siendo consciente de ello procuro proceder con humildad y honestidad. Hace poco leí a
Fran Lebowitz algo así como
“… piensa antes de hablar, lee antes de pensar…”. Anoté la frase porque me parece un resumen perfecto de lo que adolece nuestra sociedad, por eso me propongo nuevas lecturas que enriquezcan mi visión de las cosas, también con la fotografía, que procuro mejorar en cada toma e intento no caer en la obviedad de lo
probable. Una conversación en blanco y negro me sugiere muchas cosas, para empezar cierro el ciclo del color que vengo publicando durante este mes de agosto a punto de finalizar. El calor, amig@s, como he dicho en alguna otra ocasión, me trastorna y me hace ver en color. Una conversación en monocromo se me antoja fría pero no desapasionada, incluso cargada de mayor sentimiento y más contradicciones, por eso mismo más abierta a la interpretación. Al final todo gira en torno a una variedad de fotografía de carácter social y documental, precisamente esa fotografía que algunos teóricos modernos se empeñan en dar por superada, ¡maldita
postfotografía!.