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Allí estaba yo, a media mañana de un soleado día de agosto, en aquel cruce de calles de Brooklyn esperando la mejor luz, ese instante especial donde todo me dice que debo apretar el disparador. Y recordaba Smoke, esa película enorme que vi por primera vez al poco de estrenarse en salas en 1995, y que de alguna manera cambió mi manera de entender la fotografía. Recordaba a un tal Auggie Wren, interpretado con maestría por Harvey Keitel y a Paul Auster (fallecido hace unos días, su recuerdo impulsa este pequeño homenaje), cuyo relato corto “Cuento de Navidad de Auggie Wren” acabó convirtiéndose en el guión de “Smoke”. Y de por medio una gran historia: la profunda relación de Auster con el cine y la fotografía, unos personajes entrañables y una esquina donde cada día Auggie hace una única instantánea, el relato me acompaña en un viaje emocional por la esencia de la fotografía, el sentido de retratar lo que sucede en la ciudad y la complejidad que pueden llegar a tener las fotografías tomadas en el transcurso del tiempo. Podría extenderme escribiendo sobre todo esto pero superaría el sentido de este diario, además en otras ocasiones escribí sobre esta película, sus circunstancias, su influencia… prefiero dejar algunos enlaces por si os sobra tiempo y ganas de seguir leyendo y soñando. Felices relatos y fotografías allí donde estés Paul.
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