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No me gusta la playa en verano. Parto de esa idea o manía para contextualizar el tipo de fotografía que estoy publicando. No me gusta la sensación pegajosa de calor y la arena adherida por todo el cuerpo, el bullicio y la multitud agolpada en unos cuantos metros cuadrados de arena y mucho menos la deriva que va tomando en los últimos tiempos este tipo de turismo. Así que el tiempo que dedico a las playas es más bien limitado. Fuera de los meses de verano ya es otra cosa. Parece que esa fiebre generalizada se calma. El mar cobra toda su dimensión como espacio natural inmenso y eso es precisamente lo que me interesa de la costa.
(Versión B&N aquí).