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En Rosi la Loca puede suceder casi de todo. Por ejemplo que al ver una luz tan especial arrojada sobre un grupo de personas a la espera de poder acceder a este templo del turismo madrileño, me detenga por unos instantes, me mezcle con la gente que se apelotona en la entrada y busque el mejor encuadre posible para realizar un par de fotografías. Seguro que alguien se percata, seguro que me confunden con otro turista que pasa por la zona. Una sonrisa para calmar posibles desencuentros y seguir mi camino.