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Dirigir la mirada en fotografía se suele conseguir mediante la composición, el juego de líneas y geometrías que nos conducen en el plano hacia lo que al autor le interesa destacar. También suele pasar que utilizar la mirada de una de las personas que aparecen en la fotografía puede invitarnos a que prestemos mayor atención a algo concreto, aquello donde la mirada de esa persona anónima se quedó congelada por el tiempo que marca la cámara. Es un juego de percepción, todo gira en torno a estructuras matemáticas pero nuestra mente nos permite ver sentimientos, emociones y comportamientos sociales. La luz hace el resto y de la mano nos lleva a interpretar la escena, cada cual a su modo, incluso sin certeza. Creo que prefiero las escenas incompletas.
Tal vez muchas y muchos preferimos las imágenes incompletas porque eso nos permite imaginar y hacer que sea nuestra imaginación la que complete el resto.
ResponderEliminarUn abrazo
La imaginación es la condición que nos hace más humanos. Un abrazo
EliminarYa sabes que soy un enamorado de la foto de calle, para mi tienen un encanto especial y único. Las "incompletas" como tu las llamas... me encantan!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo Ángel
Si Josep, somos unos cuantos y lo disfrutamos. Un abrazo
EliminarNo saber, mirar lo no explicito y entrar al juego de completar, de componer lo que parece incompleto. Imaginar jugando con la luz. Abrazo
ResponderEliminarEs un juego siempre gratificante Luis, un abrazo
EliminarNo solamente hay que saber mirar, pero no está mal dejar algo en suspenso, para fomentar la imaginación del que lo contempla.
ResponderEliminarUn abrazo
Compartir e invitar a participar de la toma. Un abrazo
EliminarNuestro cerebro siempre tratará de completar lo que falta aunque no siempre acierte.
ResponderEliminarUn abrazo,
Necesitamos respuestas, necesitamos cierta perfección. Un abrazo
EliminarQuizás sólo se fijó en el reflejo de esa chica y su perro o quizás en lo que había detrás del cristal... aquí está el encanto de la foto, nunca lo sabremos.
ResponderEliminarAferradetes, Ángel.
Un mundo de posibilidades. Un abrazo
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