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Me asomo a la pantalla del ordenador donde parpadea una página en blanco del procesador de textos, miro el teclado y pienso que no tomo demasiadas fotografías, que escribir sobre los días en base a una imagen es una tarea ardua. Sucede que necesito encontrar imágenes que me inviten a enfocar y apretar el obturador. Necesito encontrar escenas corrientes pero que a la vez me interroguen sobre nosotros y nuestro tiempo. El otoño es una estación clásica en la fotografía, un tema de primer orden para cualquier fotógrafo que se precie. Me pregunto si es posible otro otoño fotográfico donde los motivos clásicos, los colores esperados, lo esencial de la estación se combine con lo inesperado, con aquello que marca un tiempo determinado, un tiempo quizás humano.