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No hay mucho más que añadir. He dormido mal y la cabeza no me aguanta media reflexión coherente. La sensación de levedad me invade e imagino diluyéndome entre las conversaciones de gente anónima sentada en un café. No alcanzo a entender la conversación, tan solo me limito a observar. Floto moviéndome entre las mesas empujado suavemente por las corrientes de aire. Ahí fuera el mundo enloquece por momentos, se suceden las atrocidades, otra vez Palestina, siempre los desfavorecidos. Los poderosos se ríen en nuestra cara. El futuro es incierto.