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Hay lugares que pasan inadvertidos por ser sencillos, comunes o habituales. Lo sencillo en mi manera de entender la fotografía también pasa por dar protagonismo a espacios aparentemente anodinos. Un mensaje más o menos relevante ya hace tiempo que no necesita de un soporte en papel tradicional. Cuando la informática y poco después Internet pasó a ser esencial en las vidas de casi cualquiera, la información comenzó a llegarnos desde una pantalla. Hoy que reina la desinformación, las “fake news”, el bulo grueso y lo que aparenta verdad siendo totalmente falso, nos estamos viendo empujados a desconfiar de casi todo. ¿Recordáis cuando se comenzó a extender la necesidad de comprender la fotografía como una interpretación, una evidencia parcial y subjetiva de aquello que mostraba?. No hace tanto que este argumento se puso de moda. Hoy nos invade la IA para añadir mayor desconfianza sobre casi cualquier cosa, también sobre la fotografía y el vídeo. La duda es buena, razonable y necesaria pero estamos recorriendo un camino incierto. Y me sorprende gratamente cuando mi cámara me empuja a fotografiar detalles sin importancia y pienso que igual la certeza la encuentro donde menos me lo espero.