Esta tarde entra una ligera brisa por la ventana y da gusto trabajar frente al ordenador. Hoy me he dedicado a mover muebles en la habitación donde trabajo, hacer limpieza y recolocar todo. Cada vez que hago esto me sobran cosas, en ocasiones incluso muchas cosas. En medio de la vorágine me ha dado por pensar en el color de las ciudades o más bien el color que a mí me sugiere una ciudad en concreto, porque esto del color es tremendamente subjetivo. Hay ciudades que recuerdo con colores especiales, por ejemplo Roma siempre la relaciono con ocres, sienas, colores terrosos que refuerzan ese aire mediterráneo. Nueva York me sugiere un puntillismo multicolor sobre un degradado de grises suaves, Paris azul con puntos de luz en amarillos fuertes, casi ácidos,… y Ámsterdam roja. Intensos colores cálidos casi febriles, con noches frías, húmedas y en constante movimiento. Ámsterdam son muchas más cosas, pero entre tantas el recuerdo más vivo es el rojo.
(Reedición del original de 2010).