Puerto Pirámides
Ballena franca Austral
Caleta Valdés desde Punta Cantor
Aprovecho los tiempos muertos, (muy pocos la verdad) para escribir y preparar alguna foto que pueda subir al blog. Sigo con un retraso considerable. Ahora repaso las notas para recuperar nuestro paso por
Puerto Pirámides, única población donde alojarse dentro de la
Reserva Faunística de Península Valdés, lugar que durante los meses del verano austral, es un destino muy solicitado para el turismo que llega desde
Puerto Madryn o
Trelew, con excesivas prisas y con el único fin de embarcar para el avistaje de ballenas.
Sin embargo, nos pareció interesante pasar unos días allí. Elegimos una posada al azar. Cuando llegamos nos encontramos con una casa de madera y chapa, amplios ventanales y un gran porche, donde en los meses de verano, seguro se convierte en un lugar idóneo para terminar la tarde con un buen mate cocido y una tranquila charla. Desde el principio se me antojó como uno de esos lugares de paso, frecuentado por marinos, con regusto a añejo, donde el salitre se apodera, pertinaz, de cualquier vestigio de metal.
Navegar era una prioridad, pero de ningún modo quisimos renunciar a recorrer la península descubriendo un pedazo del paisaje patagónico, perfectamente preservado, gracias a las limitaciones de uso que, la figura de Parque Nacional, impone.
Guanacos,
ñandúes, comparten territorio con rebaños de ovejas, que nos observan impasibles, atravesar las carreteras de ripio y barro, dirección a
Caleta Valdés y
Punta Cantor.
El invierno es duro por estos parajes, el frío y el viento son constantes, nos cruzamos con muy pocos vehículos, acaso alguna “Vans” procedente de Puerto Madryn, que realiza las paradas justas para que sus ocupantes puedan estirar las piernas y hacer alguna fotografía. Me pregunto si son conscientes del lugar único donde se encuentran y el inmenso privilegio que supone disfrutar de estos paisajes. Si, quiero pensar que dedican un instante a reflexionar y valorar todo esto como se merece.
En estas fechas las horas de luz son pocas, y escasa la gente que pasa por Punta Cantor (excelente lugar para observar elefantes marinos). Una pareja muy joven de guardas del parque, regentan la pequeña casa del puesto. Nos interesamos por la zona y les consultamos la mejor manera de llegar hasta
Punta Norte, ... terminamos conversando sobre la dureza del invierno austral, la soledad del lugar, y como a pesar de todo, no cambiarían esa forma de vida por ninguna otra. Supongo que hay trabajos, también en esta parte del mundo, que son pura vocación.
Subimos al coche, seguiremos nuestro camino, ahora la lluvia arrecia.
Nikon D200. Objetivo 17-50 mm 2,8 y 70-200 mm 2,8. ISO I00.