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Y regreso con los azules aún congelados en las retinas. Regreso después de caminar 172 km y salvar un desnivel positivo de 5400 m. Regreso recordando esos maravillosos caminos de Ronda y GR92 entre Blanes y El Port de la Selva. Regreso de una Costa Brava otoñal, algo diferente, abrupta y amigable pero que no perdona desfallecimiento alguno, siempre dispuesta a ofrecer lo mejor de su naturaleza. Una naturaleza en exceso transformada para acomodo del ser humano el cual no entiende que hace demasiado tiempo que perdió toda conexión con lo que un día fue. Regreso pensando en volver a caminar para encontrar un sueño, quizás una utopía.