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No tenía claro si el título debía ser este o quizás “la vida del fotógrafo de calle”, en cualquier caso sirva la fotografía de hoy como un sencillo y sincero homenaje a todas y todos los que pasamos gran parte del tiempo dedicado a la fotografía, deambulando por las calles en busca de esa toma que nos haga estremecer cada vez que volvemos sobre ella. Qué enorme satisfacción cuando descargamos la tarjeta de memoria (o revelamos la película) y al revisar las instantáneas encontramos algún diamante en bruto, que debidamente pulido resulta una fotografía de las que tratamos con esmero y guardamos con cariño. Y, pensándolo bien, con qué poco se puede ser tan feliz.