viernes, 24 de septiembre de 2010

Jirira, el pueblo que tenía pista de baloncesto


Jirira es una minúscula localidad cercana al volcán Tunupa (5.400 metros), al norte del salar. Un lugar polvoriento y extremadamente frío, especialmente por las noches, con apenas cuatro casas y un puñado de vecinos dedicados al pastoreo de llamas y alpacas, o al cultivo de la quinua. Poco más. Pero entre sus caminos, por las pistas de tierra, circulan leyendas aimaras, historias que pasan de padres a hijos y que continúan alimentando el respeto hacia la Pacha Mama, a la cual se venera como una auténtica diosa.
Jirira se convirtió, por dos noches, en nuestro último refugio en el Salar de Uyuni. La posada de Doña Lupe contaba con todo lo necesario para hacer cómoda la estancia, además de un trato familiar y agradable.
Finalmente y como despedida, una dura ascensión a dos cumbres menores que custodian el Tunupa para rozar con los dedos, una vez más, el cielo boliviano.
No es un punto y final. Continuamos ruta hacia La Paz, pero en ese momento tenía la certeza de desprenderme de algo muy valioso, algo que aún hoy echo de menos.

Lugar de la toma: Bolivia. Agosto 2010

Puedes ver la fotografía a pantalla completa haciendo “clic” sobre ella.
1ª foto: Nikon D200. Objetivo 24-70 f/2,8G. Focal 24 mm. Diafragma f/5,6. Obturación 1/125s. ISO 100.
2ª foto: Nikon D200. Objetivo 12-24 f/4G. Focal 17 mm. Diafragma f/5. Obturación 1/125s. ISO 100.
3ª foto: Nikon D200. Objetivo 24-70 f/2,8G. Focal 26 mm. Diafragma f/5 Obturación 1/200s. ISO 100.