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La fotografía de una calle solitaria siempre tiene ese “algo” de misterio, de incertidumbre, de interrogantes abiertos al juicio y valor del espectador. Pero quizás la presencia de un personaje inesperado, una figura fugaz o parte de ella pueda aportar un poco más. Pienso que igual permite abrir nuevas interrogantes, invitar a la divagación y al entretenimiento mental. La fotografía, más allá de su técnica, básicamente es un contenedor de historias incompletas, por descontado que nada tiene que ver con la verdad y lo objetivo, sino más bien con la fantasía y la anécdota. Pura vida.