Normalmente no me atrae especialmente lo que se conoce como pueblos con encanto. Casi siempre suelen estar excesivamente concurridos y es complicado fotografiar en ellos. Algunos de estos lugares parecen escenarios propios de cine, casi como decorados puestos ahí para deleite general y guardan muy poco de su carácter original. Piedras retocadas y edificios remodelados. Aunque lo cierto es que si me lo tomo con calma, no me precipito y paseo buscando rincones, siempre encuentro algo que merece la pena ser fotografiado. La paciencia en fotografía es de un valor considerable y la debería poner más en práctica. La instantánea está tomada en Elizondo, Valle de Baztán, Navarra.