domingo, 12 de febrero de 2012

El Pinar de las Piqueñas



En su día comenté que Carabanchel podría ser una buena etiqueta. Se trata de dedicarle un poco de tiempo, plantearse una serie o quizás un proyecto.

Y es que recordar la niñez siempre es algo, que aún repleto de nostalgia, es francamente gratificante. Hace unos días, en una mañana muy fría, quedé con un buen amigo y con la excusa de hacer unas fotografías, paseamos entre esos mismos pinos que recorríamos de vez en cuando hace ya demasiados años. Por un momento me pareció como si el tiempo nunca hubiera pasado, o al menos no a la velocidad en que lo ha hecho. El pinar sigue intacto, ahora flanqueado por nuevas edificaciones y limitando con una carretera de circunvalación. Es lo que tiene Madrid, que no para de crecer.

Se que son sensaciones muy tópicas, sentimentalismos pasajeros, simples recuerdos. Y aunque he viajado mucho, siempre me agrada volver a este rincón viejo y destartalado de Madrid. Me gusta mi barrio, tiene tantos lugares que se conservan como ayer.

Luego en un bar, unas risas, un poco de charla y un buen desayuno para entonar el cuerpo. En realidad se necesita tan poco para ser feliz.

12-24 mm. 12 mm. f/10. 1/30 seg. ISO 100.
Lugar de la toma: Madrid. Febrero 2012.
Puedes ver la fotografía a pantalla completa haciendo “clic” sobre ella.