sábado, 15 de marzo de 2014

Esquire Exterminating Services Inc.

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Eran cerca de las 8 de la tarde. Lo recuerdo por la luz rasante, bañando todo lo que encuentra a su paso, incluida esta fachada de madera y ladrillo demasiado envejecida, que revela sus texturas como heridas abiertas mientras las pinta de ocre, tierra y cobre.
 
Cerca del barrio judío de Brooklyn, una zona antigua pero que vive una segunda oportunidad gracias a nuevas tendencias y jóvenes que alquilan, reforman y abren galerías, cafés y pequeños restaurantes. Un renacer impulsado por modas, quizás pasajeras, pero que sientan muy bien a la ciudad.

Brooklyn es uno de esos lugares de obligada visita, casi una ciudad dentro de Nueva York. Diferente, de pasado fabril y herencia obrera, con sus grandes parques y avenidas y sus barrios escondidos que huelen a cerveza rubia, humo y mar.

Allí, en algún lugar de esa serpiente rizada, está la esquina de Auggie Wren. ¿Lo recordáis?. Fui muy de mañana y fotografié el cruce de calles. Hice tomas de lo que fue el estanco, reconvertido ahora en un pequeño local de tartas y café, también del lugar desde donde fotografiaba Harvey Keitel todas las mañanas; del ambiente, de la placidez que intuía en los paseantes. 

Una de esas fotografías podéis verla aquí. Supongo que de alguna manera superé lo más parecido a una agradable asignatura pendiente. Una asignatura fotográfica.

En ocasiones no es necesario una toma formalmente bella para recordar instantes únicos. Esa luz cálida sobre la fachada envejecida y una escena en apariencia desordenada se convirtieron en un momento para el recuerdo.

La magia de la fotografía, amigos míos.