No sé si dos vidas son suficientes para vivir plenamente. Quizás estar pendiente del mañana de alguna manera me resta capacidad para vivir el hoy. Y creo que en ocasiones me produce vértigo ser consciente de este dilema, es uno de tantos males modernos que nos atenazan en esta parte del globo. Pero procuro ir pisando el freno y poco a poco voy ordenando lo importante, lo cotidiano, lo aparentemente intrascendente y agarrarlo todo para ponerlo en un lugar preferente y prepararme para un cambio que seguro vendrá a medio plazo, pero sin prisas, sin necesidades más allá de las elementales, me quedo con lo esencial e intento dar sentido a la frase de Thoreau:
“Fui a los bosques porque quería vivir con un propósito; para hacer frente sólo a los hechos esenciales de la vida, por ver si era capaz de aprender lo que aquella tuviera por enseñar, y por no descubrir, cuando llegase mi hora, que no había siquiera vivido”.