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Fundamentalmente el trabajo es lo que me mantiene demasiado ocupado,
al otro lado de la pantalla, en ese mundo que dicen “verdadero”.
Cada uno lo define como mejor le parece, claro. Interpretamos lo que
vemos, incluso lo que no vemos de manera muy diferente. Cuando miramos
un paisaje, por ejemplo, observamos formas y colores más o menos reconocibles
pero siempre de una manera subjetiva. La fotografía suele mostrar
claramente esas peculiaridades, incluso la más intrascendente de las instantáneas dice bastante de quien la ha tomado.
En mi caso, por ejemplo, me interesa especialmente el aspecto abstracto
y surrealista del paisaje y esa interacción, forzada casi siempre, que
el ser humano mantiene con la naturaleza, cada vez más distante del
lugar que habita, cada vez más desconectado de lo real.