Lo confieso, las esquinas me atraen hasta el punto de necesitar fotografiarlas. Su geometría, la posibilidad de hacer coincidir sus ángulos con los laterales del marco fotográfico, el deleite que me producen las líneas de fuga,… no es un solo motivo. Luego está su capacidad narrativa, ¿quién no ha encontrado algo interesante, anecdótico, o extraño en una esquina, esperando ser fotografiado?. Y así se pone de manifiesto parte de la magia de la fotografía, ese momento narrativo, capaz de aportar interrogantes, de hacer preguntas, de formular paradojas, de mostrar una sutil asociación de ideas,… momentos que me hacen sonreír mientras fotografío.
Una esquina es siempre un lugar de confluencia, en una esquina hay algo que emana un cierto aire de encuentro fortuito, y en esa confluencia y ese encuentro a veces además se da como de prestado el añadido de la sorpresa, del descubrimiento añadido de ese o esos objetos que nos llaman la atención y nos hacen detenernos para descubrir unos líneas, unas formas o unos colores que nos permiten montar una escena.
ResponderEliminarAbrazo Ángel
Como muy bien dices, las esquinas tienen un gran atractivo y la confluéncia de líneas es uno de ellos. Naturalmente si añadimos elementos urbanos y objetos semi abandonados, la atracción va "in crescendo".
ResponderEliminarUn fuerte abrazo Ángel