Ahora que comienza a sentirse el otoño, nada mejor que una apropiada y sencilla imagen evocadora de esta época. Está tomada en la Casa de Campo de Madrid, al atardecer, cuando la luz alarga las sombras deformándolas hasta niveles imposibles. Cuando la luz es tan especial que despierta los sentidos.
En el mundo digital no existe un buen blanco y negro. Esta toma la hice en color, y luego el tratamiento posterior, intentando emular las antiguas emulsiones en blanco y negro, en el ordenador.
Cuanto más me empeño en el blanco y negro en digital más hecho de menos la T-Max 400 de kodak. Ya estamos con la puta nostalgia.
¡Ánimo que es miércoles!