
Hace bien poco leía sobre "el concepto tan lamentable" que tenemos de felicidad, afirmación con la que estoy de acuerdo. Podéis acceder al post de Ramón Alcoberro aquí (siempre agradecido Clidice)
No me mal interpretéis. Creo que el ser humano debería ser feliz, pero ¡TODA LA RAZA HUMANA!. Fácil de decir, ¿verdad?.
Se que es un tema complejo y que da para más que un simple post en este humilde blog, pero tal vez, y tan sólo como punto de partida, podíamos plantearnos la forma de felicidad que buscamos.
Olvidémonos por un momento de estos tiempos difíciles y oscuros. Olvidémonos del concepto de felicidad que nos graban a fuego al nacer, proporcionado a través del consumismo, la posesión irracional de bienes y la búsqueda del triunfo personal como realización y meta final.
Recordemos otras épocas, tiempos no tan lejanos, cuando todavía los procesos históricos eran subjetivamente importantes. Años en los que la poesía, el arte o el Teatro eran formas de expresión que contenían la semilla de la transformación. Tiempos en los que la fuerza de la palabra o de la imagen enarbolaban los argumentos necesarios que servían de revulsivo, impulsados por contenidos y modos de expresión rompedores. Tiempos en lo cuales el concepto de felicidad estaba asociado con la búsqueda de nuevos valores de solidaridad, con el compromiso, la entrega y, especialmente, el reconocerse partícipe de cambios transcendentales en el devenir de la Historia.
Ser consciente de lo que sucede en el mundo y ser feliz tal vez sea la contradicción más despiadada de nuestros tiempos. Creo que esa es la razón por la cual abrazamos con furia cualquier destello de feliz armonía, esos momentos únicos y plenos.
Por eso con el Teatro cuentas con un punto donde aferrarte, con fuerza, sin miedo a caer. Tú, amigo mío, tienes en el Teatro el arma perfecta para transmitir una consciente felicidad que nos haga pensar, y quien sabe, tal vez despertar por fin.
Lugar de la toma: Madrid. Julio de 2009
Puedes ver la fotografía a pantalla completa haciendo “clic” sobre ella.
Nikon D200. Objetivo 17-50 f/2,8G. Focal 40 mm. Diafragma f/5. Obturación 1/125s. ISO 320.