En ocasiones la luz, las sombras y las formas son más interesantes que el lugar en sí.
En ocasiones la luz, las sombras y las formas son más interesantes que el lugar en sí.
En ocasiones un lugar con encanto lo es más gracias a la fotografía. Ya sabéis que nada en una imagen es verdad absoluta. Todo está condicionado al momento de la toma, las decisiones de índole técnico y artístico y al revelado posterior. Pero siempre se agradecen fotografías, que sean capaces de reconciliarnos por un momento con la vida.
Los bosques son esos espacios con los que solemos soñar e imaginar mil aventuras. Muchos los ven como bonitos decorados o lugares donde ir de vez en cuando para desconectar, o simplemente consumir unas fracciones de tiempo y hacer constar que se estuvo ahí. Cuánto desconocimiento, frialdad o desdén. Superficialidad en definitiva, arrogancia con demasiada frecuencia y desprecio por desconocimiento.
Es ver una casa solitaria en una colina y recordad el Motel de Norman Bates. Cosa del subconsciente, del cine, la cultura popular y de personajes que para muchas generaciones ya son clásicos. La fotografía sirve de filtro depurador, la herramienta perfecta para condicionar la mirada e invitar a la reflexión.
Si el bosque tuviera un rey, ese sería un árbol poderoso, solitario y sabio. Pero me figuro que hace ya mucho tiempo, la naturaleza optó por una República Independiente y Libre. ¿Quienes somos nosotros, miserables humanos, para juzgar esa decisión?.
Hay parte de sufrimiento, algo inevitable cuando se suceden las subidas y bajadas, el peso de la mochila, la carga de los kilómetros … pero es una de las mejores maneras de sentirse vivo. Cada camino invita a la reflexión, me permite analizar lo bueno y lo malo y despojarme de aquello que me impide avanzar. Camino porque busco respuestas y en lo que dejo atrás ya no las encuentro.
Un solo atardecer es capaz de reunir las sensaciones más placenteras que uno puede imaginar. Solo es cuestión de dejarse llevar por la sencilla placidez de contemplar una escena mil veces vista y sin embargo siempre diferente. Algún día viviré en Jaca.