Quizás el calor me esté haciendo delirar (o me falte muy poco). La cosa es que estos días pienso en color, sueño en color, imagino en color. Y reflexionando sobre el azul, el cielo, las nubes, el mar… de repente me viene la imagen de este Madrid a comienzos de un invierno cualquiera, cuando los cielos son claros y los primeros rayos de sol dibujan sombras alargadas y azules, que se confunden entre sí y describen a los pocos transeúntes que apurados cruzan calles y plazas. El calor me hace soñar con el frío, pero al revés nunca me pasa.