Estaba sentada consultando el móvil, un gesto tan cotidiano como cautivador que me hubiera permitido acercarme a un metro y seguramente no se hubiera percatado de que la estaba fotografiando. Hay un ensimismamiento en estas pantallas, tienen ese poder de atracción tan innecesario como difícil de evitar. Y ahí sentada seguramente no percibía un entorno demasiado familiar, con esa perspectiva tan interesante que me permite recorrer toda la escena hasta llegar hasta su fondo difuso e imaginarme en un lugar similar, sirviendo de modelo a cualquier otro fotógrafo con una idea parecida a la mía.