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Me llamó la atención nada más verlo, solo tenía que esperar que pasase alguna persona, trabajadores de la empresa caminando por un pasillo acristalado que une dos alas de un edificio inteligente. Todo aséptico, todo encapsulado. Y esas siluetas de aves pegadas en los cristales me parecieron el contrapunto perfecto. Un simulacro de naturaleza para sobrellevar una vida en la cápsula. Me pregunto en qué momento perdimos nuestro vínculo con la naturaleza, en qué instante dimos la espalda a todo lo importante.
