Cada fragmento de camino es un pequeño acontecimiento. Cada día un buen número de anécdotas diferentes se suceden. Seguir las marcas del GR11 dejando atrás el Pirineo aragonés es una pequeña aventura que merece la pena vivirla. En realidad me hace falta muy poco para ser feliz.
Y unas huellas que seguir. Inmenso este paisaje.
ResponderEliminarSaludos.
Me alegra que te guste
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