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El precio, 9 €, sugiere quizás una historia paralela: la banalización de lo que antes era un gesto de rebeldía, ahora una moda accesible, algo para el gran público. No estar tatuado o no mostrar un piercing, automáticamente me convierte en diferente y, porqué no decirlo, algo rarito. Lo sé. Pero en lo que muestra la imagen, ese detalle se convierte en un símbolo de libertad trivial, una libertad que se puede comprar a un módico precio y algo de tiempo esperando turno. Curiosa sociedad la que hemos parido entre todos y todas. Y aún así, se me antoja que la fotografía que subo al FotoDiario no necesita mayor explicación, porque su fuerza reside precisamente en la realidad de lo cotidiano, en lo no planeado, en ese instante del tiempo capturado sin previo aviso que nos cuenta algo de nuestra sociedad.
Dentro de poco dejarás de ser rarito. Hay una nueva oleada de gente sin tatoos ni piercings que van imponiendo el nuevo look.
ResponderEliminarVivimos en un mundo en que TODOS somos raros!
Un fuerte abrazo Ángel
¡Yo no, ni piercings, ni tatuajes!, ésta es la respuesta a tu pregunta. ;-)
ResponderEliminarAún así quiero decir que, la fotografía, es todo un lujo.
Aferradetes, Ángel.