viernes, 20 de octubre de 2023

La mano




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Me enamoré de la fotografía gracias a mi padre. No, no era buen fotógrafo, solía tender a cortar las cabezas de todo aquel que se ponía delante de su kodak brownie fiesta. Pero gracias a esas instantáneas, a que parte de mis tíos se dedicaban profesionalmente a la fotografía (siempre que les hacíamos una visita les veía con sus cámaras y flashes al cuello), y a la posibilidad de toquetear a escondidas aquella cámara casi de juguete, quedé enganchado para siempre a este mundillo que nos apasiona. Luego fueron llegando otras cámaras, el imprescindible recorrido por la técnica y la práctica, cursos especializados, algún taller… pero siempre recuerdo esos desencuadres en las fotografías de mi padre. Ahora soy yo el que desencuadra, recorta y deja escenas a medio componer. Herencia familiar supongo.