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Mejor no decir nada, mejor olvidarme de las excusas y las justificaciones. No puedo evitarlo, es sentarme en la mesa de un bar o de un café y sucumbir al impulso irrefrenable de tomar alguna instantánea. Y ya me da igual si llevo una u otra cámara porque en caso contrario ahí está el móvil para tentarme. Y lo reconozco, soy débil, no tengo la fuerza de voluntad suficiente para ofrecer una pizca de resistencia. Al menos esta página me brinda la posibilidad del desahogo, que no es poco.