martes, 29 de septiembre de 2009

Larga exposición



No suelo retocar demasiado las fotografías, tan sólo subir el contraste con las curvas y saturar algo el color. Eso sí, el color me gusta vivo, intenso y luminoso.
A lo que sí dedico tiempo es a la propia toma fotográfica, especialmente a las largas exposiciones. Esos tiempos prolongados donde el obturador permanece abierto y la luz dibuja sus formas, imposibles, sedosas, en el sensor de la cámara.

Un grupo de gente que deambula en torno a un espacio determinado, es la situación perfecta para atrapar en imágenes sus estelas. Despreocupados reflejos del tiempo al que, en contadas ocasiones, valoramos suficientemente, y sin embargo dice mucho de nuestro paso, de nuestro breve lapso de protagonismo.

Me pregunto si acaso somos conscientes de ese protagonismo, de la fuerza que lo sustenta o que se oculta, diluida, a la espera. De una fuerza capaz de alzar la voz para decir basta, siempre que ha sido necesario. Siempre que la Historia nos ha demandado ese protagonismo, nuestra voz se ha transformado en una sola, en un grito unánime, consciente, refrescante, revolucionario.

Observo el resultado de una larga exposición y descubro estelas, historia de lo que una vez fuimos, en un lugar y en un momento concretos. Ahogo un gemido, ¿se oirá un grito de rabia desde un blog?.

Para ver la imagen a pantalla completa, haz clic sobre ella.
Nikon D200. Objetivo 12-24 f/4G. Focal 17 mm. Diafragma f/5. Obturación 1/1,3s. ISO 100.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Rastrillos




EL barrio de San Telmo en Buenos Aires, es el lugar perfecto para dejar correr el tiempo mientras se visitan sus mercados, rastrillo y tiendas de antigüedades.
Sin prisa, pausadamente, admirando cada cesta cargada de libros, discos y fotos antiguas; cada escaparate, repleto de todo tipo de objetos protagonistas de épocas pasadas, hoy tan sólo el resultado de un satisfactorio trueque; cada tienda, donde el espacio es único, el ambiente está cargado de recuerdos y los paseantes rebuscamos despreocupados, algo singular, acaso un pedazo de la ciudad, en forma de tarjeta postal tal vez.

Para ver la imagen a pantalla completa, haz clic sobre ella.
Nikon D200. Objetivo 17-50 f/2,8G. Focal 14 mm. ISO 320.


martes, 22 de septiembre de 2009

Buscando el mensaje



Demasiada gente, sólo gente, tanta gente. Pasan, miran, deambulan, consumen, ávidos de contenidos huecos, de grandilocuentes mensajes vacíos, de tecnología puntera, ceros y unos, al servicio de una ¿nueva? estética. Tendencias, modernidad, plasticidad, nadie entiende, pocos comprenden el sentido, algunos interpretan el mensaje. ¿Mensaje?, ¿qué mensaje?, ¿qué contenido?. Formas, colores, luz y sonido al servicio de la estética. ¡Ah!, ¡que sólo es un divertimento!, un juego, un guiño buscando la complicidad. ¿La complicidad con qué?. ¿Con su pose de divo, acaso?. Nosotros aquí, disfrutando de su creación, consumiendo su creación, aplaudiendo su creación, pero sin entenderla, sin comprenderla. Nosotros aquí, alejados de la creación, tan sólo nos permiten su voraz consumo. Gente, mucha gente, sólo gente, tanta gente. Disparo.

Tal vez no haya sabido formular las preguntas adecuadas.

Nikon D200. Objetivo 12-24 f/4G. Focal 14 mm. Diafragma f/14. Obturación 1/1,6s. ISO 200. Flash.

domingo, 20 de septiembre de 2009

La Noche en Blanco



Es un evento cultural multidisciplinar donde, durante la pasada noche del sábado a la madrugada del domingo, el arte y la cultura salen a las calles del centro de Madrid, abriendo museos, salas, teatros, donde se ofrecen perfomances, mimos, música, iluminación, vídeo-arte, ... las calles se llenan de gentes y todos disfrutan de una larga noche de arte y cultura.

Esto vendría a ser una definición, más o menos oficial.

Ahora escribiendo este post, me cuesta dar una opinión sobre La Noche en Blanco. No quiero ser malinterpretado, pero creedme si os digo, que tamaño despropósito y tomadura de pelo, hacía tiempo que no veía. Además con éxito multitudinario y reincidente, pues se viene repitiendo en los últimos años.

Igual el rarito soy yo.

Nikon D200. Objetivo 12-24 f/4G. Focal 14 mm. Diafragma f/7,1. Obturación 1/1,3s. ISO 200.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Mis recuerdos



De nuevo cruzábamos la pista de acceso al Parque de las Torres del Paine, esta vez de regreso, dirección El Calafate. Amanecía en las interminables llanuras patagónicas, y admirando el paisaje, me veía incapaz de contener la melancolía y cierto atisbo de tristeza. Mirando por la ventana del bus, con la vista perdida y los recuerdos, revoltosos, jugueteando entre mis pensamientos, los últimos días pasaban delante de mí como flashback, nítidos y precisos.

Al día siguiente cogeríamos un vuelo dirección Buenos Aires. Al final dejaríamos atrás el Gran Sur, La Patagonia y Tierra de Fuego. 20 días muy intensos, llenos de emociones y buenas sensaciones.
Se que voy ha volver. Si tenéis la oportunidad de visitar esta parte del mundo, igualmente sabréis que volveréis. Es así de sencillo, engancha.

Seguiré subiendo fotografías de estos lugares, ya de una manera alterna, más que nada por dar por finalizada la serie. También os contaré, a través de imágenes, mis impresiones sobre Buenos Aires. Ahora os dejo con uno de mis últimos recuerdos del viaje. Gracias por seguirme todos estos días.

Nikon D200. Objetivo 17-50 f/2,8G. Focal 34 mm. Diafragma f/5. Obturación 1/200s. ISO 100.

martes, 15 de septiembre de 2009

Pumas









-
Rodilla en tierra, sujetando firmemente la cámara, con el 70-200 montado y el enfoque manual seleccionado, tan sólo quedaba fotografiar.

Uno de los pumas salió entre los matorrales y se perdió siguiendo el curso del río. El otro, trepó rápidamente hacia una suerte de cueva. Allí permaneció un buen rato, observándonos. Finalmente continuó ladera abajo, hasta perderlo de vista.

Hay momentos que no los pagan ni los de la “mastercard” esa.

Nikon D200. Objetivo 70-200 f/2,8G. ISO 400.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Seguimos las huellas?




Muchas veces me he planteado, ¿para que narices cargo con todo el equipo fotográfico cuando salgo a andar por la montaña?. Cristales, filtros, tarjetas, baterías (tres mejor que dos), que si el disparador, ... esa tarde tuve la respuesta, no sólo eso, me arrepentí de no cargar con el trípode: quita, quita, otro trasto más, me dije. Y allí lo dejé.

Comenzamos ha caminar sobre las 3 de la tarde. En un principio nuestro guía (Pedro, un gran tipo) nos propuso tomar un sendero que llevaba hasta una laguna cercana. Nos pareció bien y comenzamos el treck, charlando e intercambiando anécdotas. Al poco rato observamos unas huellas frescas en la nieve.

- Es muy difícil ver un Puma, pero si les parece podemos intentar seguir las huellas.

Nos pareció una idea estupenda, y de este modo comenzamos a seguir el rastro.

Seguimos las huellas cerca de una hora. La verdad es que era sencillo, la nieve recién caída era un mapa perfecto, lleno de señales. Y así cruzamos riachuelos, siempre montaña arriba, charlando de esto y aquello, en especial sobre las costumbres de los animales en el Parque. En un principio era un sólo puma, al poco rato observamos más huellas, dos, tal vez tres, uno de ellos parecía más grande. Poco a poco la tarde iba pasando, la nieve había dejado de caer, habíamos entrado en calor con la caminata y a mí, esto de hacer de naturalista, comenzaba a divertirme.

Al descender el penúltimo repecho, fuimos a parar a una pequeña explanada. Allí fue cuando vimos, en un claro, la nieve revuelta.

- Cómo se lo han pasado!!, aquí han estado jugando. Jugando o ... tal vez cazando.
- Mirad, aquí hay restos de pelo, parece de liebre!!
- Joder!!, y aquí más ... y gotas de sangre. Es como si hubieran arrastrado la pieza.
- SSSSSH!!!, mi madre!!!, ... mirad allí!, tras los matorrales!! ...

Nikon D200. Objetivo 17-50 f/2,8G. ISO 100 y 70-200 f/2,8G. ISO 400.



sábado, 12 de septiembre de 2009

Lago Grey



Bosque de Lengas



Farolito. Hemiparásita que vive sobre las ramas
de las lenga, ñire y coihue



Cementerio de témpanos



Esa tarde el viento era fuerte, nos advirtieron que posiblemente el barco que recorre el lago Grey hasta el glaciar, no saldría, al no contar con suficiente pasaje. “Suficiente”, en este caso, es el sinónimo de no rentable. Nos tendríamos que conformar con salir en la zodiac.

La ruta hasta el embarcadero es una maravilla. Se cruza un río (el Grey, que nace en el lago del mismo nombre) por un puente de madera colgante y un camino que atraviesa el bosque de lengas, ñires y coihues, entre otras especies. Cuando abandonamos el bosque y alcanzamos la orilla del lago Grey, ante nosotros se abría una enorme playa, al fondo, casi donde no alcanza la vista, el glaciar Grey nos lanzaba sus vientos helados, barriendo toda la laguna.

El glaciar Grey bebe de la misma fuente que el Perito Moreno, es decir del Campo de Hielo Patagónico Sur, una de las mayores extensiones de hielos continentales (la tercera más extensa del mundo tras la Antártida y Groenlandia). No tan accesible como el Perito, pero también espectacular, aunque lo que nos maravilló fue el cementerio de témpanos, por donde nos adentramos con la zodiac en medio de un viento racheado que levantaba un fuerte oleaje.

Nikon D200. Objetivo 17-50 f/2,8G y 12-24 f/4G. ISO 100.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Entre montañas



El Almirante Nieto cubierto parcialmente por las nubes



Cuernos del Paine desde el Salto Grande



Torre Central, Torre Norte y Nido de Cóndor


Las posibilidades que ofrece el Parque Nacional de las Torres del Paine, a todo aquel que se aventure por sus sendas de montaña, son casi infinitas. Explorar sus rincones, deleitarse con su naturaleza y disfrutar de la presencia constante de su macizo central, es un gozo.

La montaña es mágica, sus cumbres embriagan, si dedicas el tiempo suficiente en su contemplación, te terminas enamorado de este inmenso espacio natural, y nunca, nunca decepciona. Allí cada día es diferente, la climatología tan extrema y variable, facilita mil y un rostros, infinidad de sensaciones distintas, todas muestran con orgullo la grandeza de unas cumbres soñadas.

Nikon D200. Objetivo 17-50 f/2,8G y 70-200 f/2,8G. ISO 100.

martes, 8 de septiembre de 2009

Torres del Paine



Vista panorámica desde la laguna Honda



Anochece en la estancia-hostería Las Torres


Las Torres del Paine nos recibió en medio de una ventisca de frío y nieve.

El camino fue una tortura. El todo terreno sorteaba las placas de hielo y los agujeros en la pista de ripio con fortuna dispar. Los limpiaparabrisas no daban a basto y el camino tan sólo se adivinaba. Según nos acercábamos a la estancia-hostería Las Torres, la tormenta fue amainando, hasta quedar en una leve nevada intermitente.

Reencontrarnos con las cumbres, en medio de un paisaje cubierto de un manto blanco, fue algo que difícilmente se puede explicar con palabras.

Hacía ya 5 años que habíamos visitado este parque de montaña, en aquella ocasión accediendo desde el puerto chileno de Puerto Natales. Por aquel entonces el ferry que nos debía bajar desde Puerto Mont, en la zona de los lagos chilena, llegó con tres días de retraso y nuestra estancia en el Parque se redujo más de lo recomendable.
Pero ahora teníamos la satisfacción del reencuentro, sabedores que en los próximos cinco días, la montaña nos regalaría sus mejores sensaciones. Todo estaba ahí, al alcance de la mano, tan sólo quedaba tomarlo, con pasión, pero también con respeto. Esos días quedarán grabados para siempre en nuestros recuerdos.

Si queréis saber algo más del Parque Nacional Torres del Paine, podéis pinchar aquí.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Como iba diciendo ... (regresé)



Calor, calor, calor ... ¿qué otra cosa puedo decir?. Apenas hace pocos días escribía unas líneas en el antiguo puerto de Buenos Aires (Argentina), con una temperatura de 14 grados en el ya casi final del invierno austral, y ahora vuelvo a retomar el día a día del blog con algunos grados de más y alguna gota de sudor deslizándose por mi frente, en este casi interminable verano.
Vuelta a Madrid, vuelta al trabajo, vuelta al blog .... en fin vuelvo al día a día. Es duro el regreso, no lo voy a negar, pero buenas sensaciones y hermosos recuerdos me acompañan de este reciente viaje por La Patagonia, y ello me alivia y me anima a continuar.

Como iba diciendo, salimos de El Calafate dirección las Torres del Paine. Pasamos el puesto fronterizo argentino, (por cierto, un lugar bastante desolador) y tras recorrer unos kilómetros por lo que allá llaman “tierra de nadie” (¡!), llegamos a Cerro Castillo, pequeña localidad que sirve de frontera con Chile y donde debemos volver a pasar aduana. Los trámites son un tanto exagerados y nos alegramos infinito de que, en temporada baja, apenas seamos dos vehículos de viajeros los que pretendemos cruzar la frontera, de no ser así, puedes pasar toda una mañana a la espera de entrar en Chile.
Tras los trámites, aguardamos en un café, a escasos metros del puesto de carabineros, el enlace que nos adentrará en el Parque. Es muy temprano, el frío intenso, el café, muy caliente, alivia y ayuda en la espera.

Nikon D200. Objetivo 12-24 mm f/4G. Focal 15 mm. Diafragma f/6,3. Obturación 1/160s. ISO 100.

domingo, 23 de agosto de 2009

Pensando en el regreso



El paso del tiempo en un cafe de Buenos Aires
tiene otra medida. Seguro



Puerto Madero

Evidentemente los acontecimientos me han superado, no tiene otra explicación.
En la ultima entrada hablaba de nuestro paso por El Chalten, pero hace tiempo de eso. ¿Tiempo?, en realidad medir el tiempo en este viaje ha sido algo complejo y a veces completamente inútil. Los días se han sucedido vertiginosamente, y aun así disfrutábamos de cada instante como si fuéramos protagonistas de secuencias rodadas en tiempos lentos. Se me antoja muy lejano el día que partimos de Madrid. Veintinosecuantos días, un mes, tal vez un año? ..., con gusto nos quedábamos otra temporada por acá.
Como iba diciendo, volvimos a El Calafate desde El Chalten, y desde allí pasamos la frontera con Chile por Cerro Castillo. Nuestro siguiente destino, el Parque Nacional Torres del Paine, nos aguardaba.
Pero os contare con mas detalle los días pasados, merece la pena, o al menos eso creo.
Ahora el tiempo ya no me da para mucho.
Escribo estas lineas en un café de Puerto Madero, en la ciudad de Buenos Aires. Gran ciudad, que como todas las grandes, tal vez acumule demasiadas contradicciones. Aun así, Buenos Aires nos ha obsequiado con excelentes momentos. Nos sobrecogió recién llegados de Patagonia. Nos sorprendió cuando descubrimos sus rincones mas hermosos. Y nos agoto físicamente, porque como toda gran ciudad, caminarla es conocerla, pero Buenos Aires es inmensa.
Apenas unas pocas horas para salir hacia el aeropuerto, suficiente para agradecer, a todos los amigos, el tiempo dedicado a este blog, agradeceros la compañía, que con vuestros comentarios y visitas, nos habéis prestado en este viaje.
Quiero disculparme por no haber seguido los blogs amigos como se merecen, pero a mi regreso, tras un descanso, en septiembre vuelvo a la actividad blogera, con energías renovadas. Entonces os contare algo mas de la Patagonia.
Hasta entonces, un abrazo.

Nikon D200. Objetivo 17-50 mm 2,8. ISO 100.

sábado, 22 de agosto de 2009

El Chalten. Parque Nacional Los Glaciares II



Estancia La Leona





El Chalten


Con el traqueteo del autobús regular que nos lleva dirección El Chalten, es imposible conciliar el sueño. Las 9h de la mañana, hace ya mas de una hora que salimos de la estación de autobuses. El día es muy frió, atravesar la mítica Ruta 40, en medio de la nieve y el hielo es espectacular y me hace pensar en la pericia de los conductores en esta parte de la Patagonia.
Hacemos una parada muy breve en la estancia La Leona, un lugar con sabor a frontera y el recuerdo de los primeros pioneros aun flotando en el ambiente. No me extraña ver las paredes decoradas con fotografiás y recortes de prensa de época, de aquellos personajes que dieron con sus huesos en este alojamiento. Entre sus clientes mas famosos destacan Butch Cassidy y Sundance Kid a quienes también acompañaba la esposa de éste último Ethel Place, quienes luego de robar el Banco de Londres y Tarapacá en Río Gallegos, efectuaron aquí una parada técnica en su huida hacia Chile.
Por fin El Chalten nos recibe entre nubes y amenazas de nieve, que caerá intermitente mente a lo largo del día. Una localidad extrañamente despoblada, como si no estuviera terminada, donde las viviendas salpican un pequeño valle encajonado entre montañas. No alcanzamos a ver la majestuosa figura del Fitz Roy, pero su presencia se hace notar, domina el valle, su protagonismo es absoluto.
En la temporada alta, que aquí comienza con la llegada de la primavera, la población de El Chalten permanece volcada en servicios para excursionistas y montañeros, ahora en invierno, vive un dulce letargo, recuperando fuerzas.
Leía en el prologo de un libro sobre rutas de montaña en El Chalten, como su autor animaba a descubrir la magia de este rincón de la naturaleza patagonica, antes, decía, que conviertan El Chalten en un nuevo “remake” de El Calafate.
Espero que eso no llegue a ocurrir nunca, ahora prefiero disfrutar de estos momentos, puros, fríos, intensos, ...

Nikon D200. Objetivo 17-50 mm 2,8. ISO 100.

miércoles, 19 de agosto de 2009

El espectáculo del hielo


El Parque Nacional de los Glaciares,
desde la península Magallanes




Glaciar Perito Moreno


Apenas hace unas horas estábamos todavía apoyados en la barandilla de uno de los miradores, contemplando un espectáculo mágico. Las rachas de viento hacían sentir la fría mañana con toda su intensidad, y el sonido de los témpanos al desquebrajarse y caer sobre el lago, rompía el silencio reinante.
El Perito Moreno impresiona. No es el glaciar más grande del Parque Nacional Los Glaciares, pero su accesibilidad para poder visitarlo, su enorme frente de hielo, de alrededor de 5 km, con unos 60 metros de altura máxima y su lento caminar que le hace precipitarse suavemente sobre el Lago Argentino, le convierten en un gran espectáculo apto para todos los públicos.
El Calafate es la población que brinda acceso a la península de Magallanes, desde donde se puede visitar el glaciar. Una población peculiar, sin duda, con una calle central donde se agolpan casi todos los comercios imaginables, restaurantes excesivamente caros y tiendas de souvenir. Es la arteria vital de una ciudad volcada al turismo y cuya única atracción es el glaciar Perito Moreno.
Pero es conveniente alejarse de esta calle, de sus tiendas y de su aparente lujoso casino y perderse un poco por los alrededores de EL Calafate. Tan sólo dos cuadras en cualquier dirección, son suficientes para abandonar la excesiva iluminación de sus comercios y caminar por calles de barro, salpicadas de viviendas, todas diferentes. Buscar un lugar para comer por la periferia se convierte en toda una proeza, digna de los primeros aventureros que llegaron a estas tierras, más si cabe, en esta época del año, donde el turismo es muy escaso, y por lo tanto, los servicios muy reducidos.
Cuando se contempla El Calafate desde su zona más elevada, la impresión que ofrece es muy diferente. Una ciudad extensa, increíblemente extensa, urbanizada sin orden ni control aparente, donde el alumbrado, el mobiliario urbano, los servicios, el asfaltado de las calles y el pavimentado de las aceras, se limitan a su zona centro. Su disposición alrededor del Lago Argentino, con la inmensa cordillera de los Andes de fondo, como si de un gran decorado de cine se tratase ... es entonces cuando me reconcilio con El Calafate y saboreo lo que amablemente me ofrece.

Nikon D200. Objetivo 17-50 mm 2,8 y 70-200 mm 2,8. ISO 100.

domingo, 16 de agosto de 2009

Infinita naturaleza



Bahía de Ushuaia al anochecer
Vista desde el embarcadero



Descendiendo del glaciar Martial.

Estas son las últimas líneas antes de abandonar Ushuaia. Claudio (guía de montaña que conocimos en una excursión), me contó que la terminación “aia”, corresponde a la palabra bahía en el idioma yamaná, primeros pobladores de Tierra de Fuego. En la actualidad diferentes grupos y asociaciones intentan rescatar vestigios de esta cultura primigenia hoy completamente extinguida.
En el aeropuerto esperamos el embarque en el vuelo que nos llevará a El Calafate, Ya es más de una hora de retraso, perece ser que el mal tiempo en el aeropuerto de destino impide la salida de nuestro avión. No quiero pensar en esto, en realidad no quiero pensar en nada. Cierro los ojos y todavía puedo ver la hermosa bahía de Ushuaia cruzada por bandadas de cormoranes imperiales; petreles gigantes arrancando el vuelo desde el agua, gran variedad de gaviotas y entrañables parejas de cauquer caranca. Estas aves una vez que forman pareja macho-hembra se mantienen fieles, por decirlo de alguna manera, es simpático verlas juntos de un lado para otro. Por las noches, en el embarcadero, se pueden ver leones marinos que se aventuran hasta puerto para asegurarse la cena. Con los ojos cerrados puedo verles zambullirse, noto la fría brisa en mi piel, puedo oler el aire inmensamente limpio, siento la infinita naturaleza de este lugar.
Abro los ojos, no puedo remediar cierta melancolía, pero nuevas experiencias están por llegar y eso me anima.
Nos llaman para embarcar. Hubo suerte, el vuelo sale.

Nikon D200. Objetivo 17-50 mm 2,8 y 70-200 mm 2,8. ISO 400 y 200.

sábado, 15 de agosto de 2009

Ushuaia (Tierra de Fuego)



Desembarco en un islote del canal Beagle



Bahía de Ushuaia



Final de la Ruta 3. Bahía Lapataia. Parque Nacional Tierra de Fuego.


El primer sorbo de café. Vuelvo a dar vueltas al follón que tengo en el blog, los retrasos con las entradas y me fastidia no encontrar tiempo para poder seguir los blog amigos. Otro sorbo al café, me sirve para relajarme y me hace pensar en lo peculiar del clima de Ushuaia. Hoy no ha dejado de llover, la temperatura es fría, provablemente unos 3 o 4 grados, una densa capa de nubes ha atrapado la ciudad, y no deja ver las montañas. Ayer en cambio, el día fue espectacular, un cielo raso, un sol radiante y una temperatura de lujo para este lugar, cerca de 7 grados, aunque las rachas de viento se clavaban en la cabeza como puntas de alfiler.
No me extraña que la mitad de los bonaerenses sueñen con marchar algún día y establecerse en Tierra de Fuego, o en algún otro lugar del sur, y tal vez darse una oportunidad y reconciliarse con la naturaleza, reencontrarse con sigo mismos, con su esencia. Es un lugar idóneo para ello, no me cabe duda.
Pero Ushuaia también responde a una política de asentamiento y colonización del territorio, en demasiadas ocasiones, sin control y sin un mínimo sentido común. Con aquellos que hemos tenido el placer de compartir charla, así nos lo hacen saber. El turismo es una salida, sin duda, pero aquí más que en cualquier otro lugar, se debe apostar por un turismo en equilibrio con la naturaleza.
Es el último sorbo del café, ya casi frío, sigue lloviendo, casi con toda seguridad la temperatura será un poco más baja. Me invade una sensación placentera, la sensación de haber pertenecido a este lugar, no todo el tiempo que me hubiera gustado, apenas unos cuantos días, pero se que ha dejado huella en mi. Tierra de Fuego ocupará para siempre un espacio en mis recuerdos.

Nikon D200. Objetivo 17-50 mm 2,8 y 12-24 mm 4. ISO I00.

lunes, 10 de agosto de 2009

Puerto Pirámides. Entre ballenas y caminos de ripio. Agosto 2009



Puerto Pirámides



Ballena franca Austral



Caleta Valdés desde Punta Cantor


Aprovecho los tiempos muertos, (muy pocos la verdad) para escribir y preparar alguna foto que pueda subir al blog. Sigo con un retraso considerable. Ahora repaso las notas para recuperar nuestro paso por Puerto Pirámides, única población donde alojarse dentro de la Reserva Faunística de Península Valdés, lugar que durante los meses del verano austral, es un destino muy solicitado para el turismo que llega desde Puerto Madryn o Trelew, con excesivas prisas y con el único fin de embarcar para el avistaje de ballenas.
Sin embargo, nos pareció interesante pasar unos días allí. Elegimos una posada al azar. Cuando llegamos nos encontramos con una casa de madera y chapa, amplios ventanales y un gran porche, donde en los meses de verano, seguro se convierte en un lugar idóneo para terminar la tarde con un buen mate cocido y una tranquila charla. Desde el principio se me antojó como uno de esos lugares de paso, frecuentado por marinos, con regusto a añejo, donde el salitre se apodera, pertinaz, de cualquier vestigio de metal.
Navegar era una prioridad, pero de ningún modo quisimos renunciar a recorrer la península descubriendo un pedazo del paisaje patagónico, perfectamente preservado, gracias a las limitaciones de uso que, la figura de Parque Nacional, impone.
Guanacos, ñandúes, comparten territorio con rebaños de ovejas, que nos observan impasibles, atravesar las carreteras de ripio y barro, dirección a Caleta Valdés y Punta Cantor.
El invierno es duro por estos parajes, el frío y el viento son constantes, nos cruzamos con muy pocos vehículos, acaso alguna “Vans” procedente de Puerto Madryn, que realiza las paradas justas para que sus ocupantes puedan estirar las piernas y hacer alguna fotografía. Me pregunto si son conscientes del lugar único donde se encuentran y el inmenso privilegio que supone disfrutar de estos paisajes. Si, quiero pensar que dedican un instante a reflexionar y valorar todo esto como se merece.
En estas fechas las horas de luz son pocas, y escasa la gente que pasa por Punta Cantor (excelente lugar para observar elefantes marinos). Una pareja muy joven de guardas del parque, regentan la pequeña casa del puesto. Nos interesamos por la zona y les consultamos la mejor manera de llegar hasta Punta Norte, ... terminamos conversando sobre la dureza del invierno austral, la soledad del lugar, y como a pesar de todo, no cambiarían esa forma de vida por ninguna otra. Supongo que hay trabajos, también en esta parte del mundo, que son pura vocación. Subimos al coche, seguiremos nuestro camino, ahora la lluvia arrecia.

Nikon D200. Objetivo 17-50 mm 2,8 y 70-200 mm 2,8. ISO I00.

viernes, 7 de agosto de 2009

Gaiman, Patagonia argentina. Agosto 2009





Un vuelo trasatlántico se hace más llevadero si por esas casualidades del destino, la compañía cambia tu billete de clase turista por unos en clase bussines. Con ese pequeño golpe de fortuna comenzamos el viaje.
A las 5:30 h a.m., llegábamos en el aeropuerto internacional de Buenos Aires, el invierno nos saludaba con 5º C en una fría y húmeda mañana.
El enlace a Trelew no tuvo mayor transcendencia y por la tarde, bajo un confortable sol, ya disfrutábamos de un paseo dominical por Gaiman, ciudad que para nosotros representa la puerta de entrada a la Patagonia.
Hacia la segunda mitad del siglo XIX y con la esperanza de encontrar mejor fortuna en nuevas tierras, lejos de la opresión inglesa, llegaron los primeros inmigrantes galeses. Hoy Gaiman es un pueblo con una curiosa mezcla de ambiente rural, fábricas de derivados de algas marinas y tradición galesa.
En los alrededores de Gaiman se esparcen granjas agrícolas o ganaderas (chacras), pequeñas explotaciones que sobreviven a fuerza de trabajo, buen hacer y grandes dosis de imaginación comercial. En cuanto a la tradición galesa, me quedo con las encantadoras “casas de té”, donde obviamente el té es la especialidad, siempre acompañado de panecillos, pasteles y mermeladas artesanales, en un entorno con sabor añejo y aroma de los primeros pioneros.

Las entrdas van con retraso, pero creedme, se hace difícil.

Nikon D200. Objetivo 17-50 mm. ISO I00.

domingo, 2 de agosto de 2009

Road Movie. Final de un viaje

















Naturaleza, vida salvaje, parajes en estado puro, ... pero Alaska también es el resultado de las acciones del hombre blanco sobre un estado virgen, con todas las contradicciones que eso supone. Por desgracia, en un lugar donde el equilibrio natural es tan sumamente delicado, los interese económicos en la explotación petrolífera (por ejemplo), pueden dar al traste con la “última frontera”.
Pero mis últimas sensaciones sobre Alaska no quiero que sean amargas. Tal vez diferentes, como si fuesen extraños fotogramas arrancados de una Road Movie setentera, donde el polvo del camino se mezcla con la música emanada de afiladas guitarras.
Os dejo pues con esta otra parte de mi viaje, lejano en el tiempo, allá por 2006, pero muy cercano en mi memoria.
Esta entrada la dejé programada el sábado antes de salir hacia Buenos Aires, puerta de entrada a nuestra particular ruta por la Patagonia y Tierra de Fuego. Desde allí espero poder contar algo de lo que nos acontezca en esta nueva aventura y seguir vuestros blog. Espero que me sea posible.

Nikon D70s. Objetivo 18-70 mm f/3,5-4,5G. ISO 200.

jueves, 30 de julio de 2009

Osos y otras especies















Estacionar la auto-caravana en las zonas de acampada en medio del bosque fue uno de los auténticos placeres de este viaje. Te sientes en medio de la naturaleza, y aunque los servicios son extremadamente escasos, en ocasiones reducidos a una simple letrina, se compensa con la sensación de libertad que produce. En lugares así es donde nos fue más fácil observar caribous, nutrias de mar, moose (alce de Alaska) y ....¡osos!.
Cuando tienes un oso grizzly en frente a unos escasos 100 metros, mirándote, os aseguro que el subidón de adrenalina no lo supera ningún deporte de aventura, por mucho riesgo que entrañe su práctica.
Lamentablemente no estuve muy acertado con la cámara. En ocasiones me temblaba el pulso por pura emoción y en otras ocasiones me temblaba por ... en fin me temblaba.

Alberto, esta entrada va por ti, que la disfrutes chaval.

Nikon D70s. Objetivo 18-70 mm f/3,5-4,5G. ISO 200.