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Qué difícil resulta tomar una decisión en ocasiones. Me siento en el interior de un bar, cerca de la luz que entra por la puerta, una mesa de esas altas y un vino o una cerveza, o quizás un café, el asunto es buscar la excusa justa que me permita permanecer un buen rato observando. Consulto el móvil de vez en cuando, miro la pantalla sin prestar demasiada atención, es solo un mecanismo que ayuda a pasar desapercibido. La cámara muy cerca, a la vista, sin ocultarme pero sin llamar la atención más de lo necesario. Y mientras me lo voy pensando: ¿mejor una toma interior o de alguien que pase por delante de la puerta?. La foto, la narrativa, el discurso, todo cuenta, todo entraña ese juego tan emocionante que lleva a realizar una fotografía. Y en una de esas cojo la cámara enfoco y hago un par de fotografías. Dejo la cámara sobre la mesa y tomo un sorbo de cerveza, vino o el café, lo que quiera que haya pedido. El tiempo pasa y quizás me dé para una toma más.