Aunque esta fotografía la he publicado ya hace algún tiempo, he querido recordarla en este viaje por el azul, o los azules mejor dicho. Porque un color nunca es único, funciona con sus matices y sus variables tonales enriquecidas por el propio tema fotográfico elegido y la asociación de ideas entre lo que percibimos de manera objetiva y el vínculo que realizamos, siempre emocional, siempre subjetivo, incluso de forma inconsciente. El color tiene ese poder, la fuerza de relacionar conceptos o crear imágenes y de eso sabe un rato el marketing y la publicidad.
(Reedición del original de 2017).