Tomar decisiones, elegir un bando, en mi caso siempre los perdedores, casi como tradición familiar. No me quejo, lo asumo y también lo celebro. Prefiero el adoquinado a la alfombra roja, la madera vieja al DM laminado, pulcro e ignífugo. Ya no me intereso por narrar la manera en que afronto una fotografía, tampoco su poesía, en el improbable caso de que la tuviese, prefiero plantearme dudas, como cuando elijo una cerveza.