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Los muros hablan. Lo sé por alguno de sus grafitis que decoran con ingenio y habilidad las paredes olvidadas, por la gráfica que tiñe de colores esquinas y superficies de calles más o menos concurridas, y nos hablan también a través de las propias señales del paso del tiempo, del descuido que pueden llegar a padecer, del olvido y de sus heridas abiertas sin compasión, sin consideración alguna. Hablan de su tiempo pasado y presente. Hablan de nuestra vida futura porque sus heridas dicen mucho de nosotros.