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Como una figura poderosa se alza sobre el pavimento urbano. Una cosa, un chisme, otra ocurrencia más en medio de la calle. Útil para que los turistas se hagan la enésima fotografía anodina de recuerdo de una visita en exceso apresurada y seguramente pronto olvidada. Corren tiempos de urgencias, obligaciones autoimpuestas y turismo sin sentido alguno. Las ciudades escaparates, las ciudades como enormes parques de atracciones cada vez con menos personalidad propia y más estandarizadas. Ruido, distorsión de una realidad de carácter bipolar que se consume sin opción a cuestionarla.