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Volver a Madrid es casi como volver al trópico. Esta burbuja climática procura un regreso, como poco, desalentador, a lo que podemos sumar el ruido constante al que nos hemos habituado por aquí, el tráfico denso y las prisas crónicas, la contaminación persistente,… son motivos suficientes para que el retorno desde latitudes donde el invierno aún existe y la naturaleza es real, se haga bastante duro. Pero aquí estoy, a unas pocas teclas del blog, añorando un espacio abierto casi infinito.
Y yo que me quejo del frío, qu paso por aquí.
ResponderEliminarMuy buena fotografía.
Un abrazo.
Me gusta el frío en invierno, lo que sucede es que el invierno es ya una sombra de lo que fue. Abrazos
EliminarLo llaman síndrome postraumático después de unas vacaciones pero, la verdad es que es mucho más que eso. Es descubrir que hay una realidad que se opone radicalmente a esa otra que nos toca vivir la mayoría de los días del año. Te ofrezco una cafetito donde tu propongas por si te sirve que escuche tu desahogo. Abrazo
ResponderEliminarQuizás buscamos siempre lo que no tenemos. Hace ese café Luis.
EliminarCon todo lo que pasa en las grandes ciudades, no me extraña esa añoranza.
ResponderEliminarMe gustan esos espacios abiertos, pero a poder ser, un poquito menos fríos.
Espectacular tu fotografía, casi parece de otro planeta.
Aferradetes, Ángel.
Espacios abiertos siempre. La gran ciudad los demanda pero no deja espacio. Un abrazo
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