Caminante

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Un detalle que rompe la armonía de un paisaje con fondo de mar, simple y directo como alguien que camina fotografiado al azar. Tan solo situarme y esperar paciente a que cruce por delante del visor de la cámara la persona idónea. Ser “pescador” en un pueblo con mar se me antoja como la decisión más lógica y equilibrada. Fotografiar despacio, sin urgencias innecesarias es una terapia precisa para tomar consciencia del entorno, del encuadre, de las luces y de las sombras. Aseguraba Elliott Erwitt: “toda la técnica del mundo no compensa la incapacidad de percibir”.

Esperando una conversación

 

 

Los interiores de un bar suelen ser lugares que me inspiran a fotografiar. Rincones con cierta solera respirando entre la madera y la piel sintética con paredes desconchadas y alguna que otra mancha perdida. Observo descansando la mirada en cada detalle, en la luz tenue y los espacios que ocupan amigos, parejas o familias ajenos casi siempre al lugar, a su personalidad mas allá de lo aparente. Espero y analizo cada detalle, como si mis ojos fueran la mejor lente fotográfica e imagino cada sombra, cada encuadre, cada toma. Observo mientras espero una conversación.

 

 

 

Viajando en una infinita soledad

 

 

La soledad puede ser parte de un viaje, para cada cual será tan placentera o molesta según circunstancias y estados de ánimo, pero, ¿se puede fotografiar?.

 

 

 

Siempre me ha interesado el movimiento

 

 

Aún me fascina la capacidad de la fotografía para registrar la estela del movimiento, el tiempo de la toma ralentizado para captar el transcurso real de la vida. Una cámara en las manos me permite retratar y convertir ese fragmento de tiempo en un instante único, sin igual entre millones de fotografías porque cada momento es diferente a cualquier otro. Si somos conscientes de las posibilidades que se abren ante nosotros, la fotografía trasciende la simple realidad y el horizonte se hace infinito.

 

 

La soledad es el amplio mundo

 

 

Me resulta complicado expresar que siento cuando camino con la mínima expresión de las necesidades cotidianas dentro de una mochila, un artilugio que por otra parte se convierte en compañera inseparable por su capacidad de transmitir confianza y cierta seguridad. Caminar durante bastantes días seguidos por senderos de largo recorrido es una experiencia emocional. Cheryl Strayed lo resume bastante mejor que yo pueda hacerlo en su libro “Salvaje”:

“… La soledad ya no es un espacio, sino el amplio mundo…  Viviendo en libertad de esa manera, sin siquiera un techo sobre mi cabeza, tenía la sensación de que el mundo era a la vez mayor y más pequeño. Hasta entonces no había entendido la inmensidad del mundo, no había comprendido siquiera lo inmenso que podía ser un kilómetro hasta que cada kilómetro fue contemplado a paso de caminante…  la extraña relación de intimidad que había llegado a mantener con el sendero”.

 

En una ocasión caminé por la costa. 13/13

 

 

En una ocasión caminé por la costa. 13/13

No soy supersticioso. 13 entradas en el blog consecutivas que narran visualmente un recorrido por la Costa Vasca entre Zumaia y Deba entre acantilados, flysch, caminos y playas, me parece un buen número, un número suficiente. Una ruta que he repetido en varias ocasiones en los últimos años y que ahora os invito a visitar desde mi punto de vista. Editadas en monocromo, prefiero acentuar las texturas, los relieves y las sombras, también añadir ese punto surreal y abstracto que descontextualiza la serie. Quedan programadas, no voy a poder atender el blog durante unas semanas y tampoco podré subir comentarios hasta mi regreso, confío en que podáis disculparme.

Caminaré de nuevo por el norte entre Donosti y Santander, siguiendo la costa, sirviéndome del Camino de Santiago busco desconectar de la ciudad y de nuevo sentirme más cerca de la naturaleza entre el cielo y el mar. 

Disfrutad de estos días.  

 

The city, loneliness and time

 

 

No sé si el tiempo y la soledad van unidas o tienen algún tipo de relación más allá de la que se pueda establecer por alguna necesidad concreta. La soledad no es fácil de fotografiar y esta característica quizás si tenga algo que ver con el tiempo. Una mañana gris a una hora temprana, incluso las calles céntricas de la gran ciudad parecen solitarias. Sin personas transitando, sin urgencias, captando ese breve instante e imaginando un monocromo que invita a recordar, la soledad puede llegar a sentirse por un corto espacio de tiempo, el preciso mientras contemplamos la fotografía.

 

Con vistas a nuestro pasado

Una ventana de un edificio atrapado en el tiempo, anclado en un pasado que ya no interesa a esa gran mayoría, ávida devoradora de la modernidad más extravagante.
Qué equivocados están aquellos que desdeñan lo viejo, lo usado ... que equivocada está una sociedad que no cuida de lo viejo, que no da importancia a su pasado, a su historia con vida ...

Nikon D200. Objetivo 12-24 mm f/4G. Distancia focal 12 mm. Diafragma f/6,3. Velocidad de obturación 1/125s. Sensibilidad ISO 320.

¿Qué inquieta a las sombras?

Caminan a nuestro lado, a nuestro ritmo, son parte de nosotros. Evidentes en días de pleno sol. Sutiles en días de frío invierno. Siempre presentes.

Me pregunto que les inquieta, siempre parecen ajenas a nuestros problemas, a nuestros conflictos personales. De algún modo se relacionan con otras, sin dificultad, se funden sin compromisos ni deberes, en silencio.

Sombras como las que ilustran esta fotografía, tomada en la escalinata del Museo Guggenheim de Bilbao. Sombras de algún paseante que han quedado atrapadas por la emulsión de la película de blanco y negro.

Nikon FM2. Película de blanco y negro T-Max de Kodak. Objetivo fijo de 50 mm. Enfoque manual.

Emprender el vuelo

El batir de las alas de un ave, tal vez sea de lo más complicado de captar en fotografía. Me refiero a la posición que podemos considerar como “atractiva”. Si a eso le sumamos la necesidad de seguir con la cámara el movimiento, se puede llegar a comprender la dificultad de obtener una buena instantánea.

No voy a defender la calidad técnica de la fotografía que acompaño en esta entrada, eso lo dejo a vuestro juicio. Lo que si me atrae de esta foto, es la sensación de soledad ... y de libertad al mismo tiempo, que me transmite. Pero, ¿es una sensación mía?, ¿autosugestión a base de contemplarla una y otra vez?, no lo sé. Vuestras opiniones me ayudarían ha salir de dudas.

Fotografía tomada en Rusian Lake, Alaska. Verano 2006. Obturador 1/360s, diafragma f/4,5. Manual. ISO 200