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Un instante fugaz y sin relevancia en La Gran Vía madrileña, donde el ruido, las prisas y el alboroto de la ciudad se despliega en cada esquina. Y aún así, me deslizo discretamente en la escena. No busco protagonismo, claro, solo ser ese parpadeo del obturador oculto entre el ajetreo, un detalle casi inadvertido que juega a captar el ambiente entre la multitud. Es mi pequeña travesura visual, un placer sencillo que repito a menudo en la ciudad y me dejo llevar por el juego de ser parte de ella sin reclamar atención alguna.